jueves, 24 de junio de 2010

En el mundo surrealista de Mario Levrero

 La obra de Levrero se compone por partes casi iguales de novelas, en general de no mucha extensión, y recopilaciones de cuentos, muy variables en su tamaño. Hay una tercera zona, la de sus últimos libros, a los que se les denomina novelas por comodidad, pero son más bien un género propio, a caballo entre el ensayo, el relato y las memorias.
El estilo literario de Levrero cae dentro de lo que una crítica de Angel Rama denomina el grupo de “los raros”, una corriente típicamente uruguaya de autores que no pueden encasillarse dentro de ninguna corriente reconocible, aunque tienden a una especie de surrealismo leve.
Los autores del grupo de los “raros” tienen como característica ser “autocancelantes”, es decir que no han generado una corriente literaria de seguidores de su estilo, y cada uno es una singularidad dentro de su género. En el caso de Levrero hay un amplio espectro de escritores más o menos jóvenes que se declaran deudores del estilo del maestro, pero en general se trata de alumnos de sus talleres, y son más deudores de su método de enseñanza que de su obra literaria. Incluso dentro de los “raros” Levrero es singular en su formación y estilo. Su literatura está fuertemente influenciada por la literatura popular (fue un ávido lector de novelas policiales, incluso en su variedad más floja), pero al mismo tiempo fue un estilista cuidadoso y minucioso, casi maniático.

Además, en su obra hay una fuerte vocación introspectiva que, viéndola en conjunto, da la idea de cierto tipo de escalada desde lo más narrativo hacia lo más cotidiano. El autor lo explica en una entrevista, diciendo que, inadvertidamente, a lo largo de tres décadas su literatura fue recorriendo el camino que va desde el inconciente colectivo, reflejado en sus primeras novelas, pasando por el subconsciente hasta aflorar en la conciencia y permitirle describir lo que ocurre fuera de sí mismo.

Link donde se encuentran algunos libros: http://www.quedelibros.com/autor/458/Levrero-Mario.html
-----------------------------------------------------------Por donde andan mis lecturas...
NICK CARTER (se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo)


de Mario Levrero

(Mondadori, Buenos Aires, 2009, 160 páginas)

Por Germán Cáceres

Primero hay que aclarar que Nick Carter es un detective creado en 1886 por John Coryell, y que aún hoy perdura. Empezó como un folletín que se publicó en pulps y en dime novels, para luego pasar al cine, a las historietas y a la televisión. En estos ciento veinte y tres años de vigencia contó con muchos autores, pero el más prolífico fue Frederick Marmaduke Van Rensselaer Dey (1862-1922), al que se deben la friolera de unos mil episodios. El héroe era extremadamente respetuoso con las mujeres y no fumaba ni bebía.
La presente versión de este personaje muestra todo lo contrario...
La nouvelle se inicia con el detective sentado en un sillón y escuchando con atención a su cliente, Lord Ponsonby, mientras observa en un enorme espejo a su propia imagen que se desplaza en forma libidinosa y devora a una precoz lolita de once años. Y hay más disparates: así, resuelve casos difíciles interpretando las pesadillas que sufre Tinker, su ayudante —al que tiene guardado en un bolso—, y utiliza un vocabulario freudiano que alude al superyó, a la libido y a la primera infancia; en tanto mira por TV Las aventuras de Nick Carter, manosea una muñeca inflable para luego vestirla elegantemente y bailar con ella un vals de Strauss en la versión de Eugène Ormandi; su secretaria es una ninfómana que no le da tregua, y de la que guarda los fetos en frascos de su museo personal; describe monstruos marinos que parecen caricaturas de los invocados por Lovecraft, y siguen las extravagancias.

Levrero propone una estética experimental y de vanguardia que, más allá de rendirle homenaje (y a su vez parodiar) la novela policial, intenta romper los mismos límites de la literatura al escribir en primera y tercera persona y dirigirse al lector y al mismo Nick Carter. Se observa en su estructura giros surreales, un gusto por el absurdo, el mundo onírico y el erotismo desbordado, que lleva a pensar que por momentos se están narrando los sueños del detective en una clave que evoca los filmes de Richard Lester. Por supuesto que en el texto anidan múltiples lecturas más allá de la risa desopilante que provoca: en un tramo dice “Y tú, lector, que te apiadas del vacío de Nick Carter, ¿qué me puedes decir de ti mismo? De tu enigma, de tu identidad. ¿No te has dado cuenta de que también a ti te han asesinado? A ti también te han clavado un cuchillo en la espalda el día mismo en que naciste. Pero en tu ceguera le llamas vida a tu vida, a eso que arrastras, como tantos lectores, infectando el mundo”.

La prosa de Levrero es sencilla, de frases cortas y estilo directo. Pero su perfección revela que ha sido trabajada obsesivamente. Por suerte, la obra de este notable escritor está llamando la atención editorial y de la crítica especializada.

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